sábado, 29 de diciembre de 2018

Soplos invernales



“Juez que ha sido delincuente ¡qué fácilmente perdona!” (Pedro Calderón de la Barca).

Seguramente el frío ha invadido su domicilio, ha hecho que saque esa ropita que nunca puede usar por miedo a deshidratarse y hace que revise con cuidado el estado que guarda lo que llamamos “ropa invernal” como una forma nostálgica de situar el vestuario en lugares remotos, donde se respetan las estaciones del año, donde se sabe de temperaturas que favorecen la proximidad humana y la ingesta de bebidas de alto contenido alcohólico sin que sean sospechosas, una y otra, de ataques de lúbrica concupiscencia o declarado amor al chupe.

Los ánimos ligados a las futuras comilonas familiares y a los excesos legal y socialmente permitidos están calientes, con la temperatura adecuada para darle al jolgorio decembrino cumplido y estricto cumplimiento; sin embargo, la fianza de 30 millones de pesitos al panista “presunto” delincuente exgobernador del Estado y dueño de ranchos, represos y caballerizas de lujo, hace bajar la temperatura y enfría las buenas nuevas que incluyen, por supuesto, el aumento al golpeado, choro y anémico salario mínimo general, a partir de enero del 2019.

Sonora es una tierra de contrastes, de duras posiciones conservadoras y de sorpresivos giros al cambio, en una camaleónica virtud que sorprende a propios y extraños. El azote panista a las finanzas públicas convenció a muchos de que el azul viene bien sólo si es de una ojera de mujer, no de un partido político que hace gobierno robando, engañando a la gente y saqueando al erario, cualidades que comparte con el PRI, el dinosaurio zombificado que aún da coletazos en el palacio de gobierno.

Mientras se anuncia el ingreso de un nuevo frente frío, los ánimos cerveceros sufren una transformación química que los decanta hacia rumbos más tradicionales como el bacanora, whisky, brandi o ron, sin excluir el tequila, dependiendo de la imaginación y el ingreso personal disponible. Así las cosas, la vida cotidiana transcurre entre incursiones casi punitivas al Wal-Mart, Costco, super Ley o el popular y populoso Mercado Municipal, colmado de los elementos indispensables para la elaboración del tradicional menudo con pata y el pozole, con sabor del pueblo que fuimos y que nos resistimos a dejar de ser. Mares de gentes ávidas del mejor precio, de la frescura de los vegetales, de la carne, del nixtamal, sin dejar de lado las compras obligadas del pan birote en su panadería de confianza que, en general, hacen sonreír al comercio local.

En la acuarela de nuestras relaciones sociales destaca con trazos firmes y vívidos colores la dimensión política y la gastronómica; en la primera es necesario pensar en que ya no somos necesariamente los mismos, que el sabor de la tradición conservadora sonorense, arraigada desde el siglo XIX con la guerra de independencia y el dramatismo del cambio de siglo y de actitud, venciendo a los gandallas que se encaramaron en el liberalismo juarista para medrar en el poder hasta que llegó, con tragedia de por medio, el punto de arranque del tsunami revolucionario con fuerte acento popular que terminó haciéndose gobierno. Cierto que muchos de los reclamos terminaron manoseados por la demagogia del neoconservadurismo oportunista postrevolucionario, en el afán de cambiar para no cambiar que nos recetaron los partidos PRI y PAN y sus ridículos satélites electorales en el nuevo siglo XXI, en la transición pactada de la nueva derecha trepadora que azotó a la nación desde la cúpula del poder público transnacionalizado, dependiente, bastardo e inmoral.

La corrupción desatada, la demagogia imparable, el cinismo hecho gobierno generaron, junto con la acción y el discurso esperanzador de López Obrador, un nuevo rumbo, una nueva inyección de optimismo transformador que recoge viejas aspiraciones, añejas promesas sin cumplir y un mar de voluntades que, unidas, hacen posible la construcción de nuevos escenarios en la vida política y social de nuestro país. Sin embargo, mientras el Poder Ejecutivo y el Legislativo trabajan por el cambio, el Poder Judicial parece estar navegando contra corriente.

Recuerde usted la actitud de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), de franca oposición a los cambios impulsados por el nuevo gobierno, a la aplicación sectaria de la justicia a cambio de conservar privilegios, manosear groseramente la interpretación de las leyes y servir a intereses contrarios al nacional. Tenemos, desgraciadamente, un alto tribunal que da malos ejemplos de venalidad, nepotismo y corrupción. Para ellos la defensa de privilegios y canonjías es más importante que la defensa de la constitucionalidad de las leyes y la limpieza de los procedimientos legales. Es evidente que la transformación esperada tiene un cuello de botella que viste de toga y birrete, a los que deshonra y prostituye. Entre ellos ha destacado el Ministro Eduardo medina Mora, prianista encargado de la Sala Segunda de la SCJN donde se ventilan ahora los casos de nivelación pensionaria del ISSSTESON y que, según se sospecha, el fallo puede ser en contra de los trabajadores quejosos y en favor de la leperada de un gobierno sin compromiso real con la ciudadanía.

En Sonora hace frío, pero es fácil un cambio de temperatura cuando los derechos de los trabajadores se vulneran, cuando la rapiña atenta contra el patrimonio familiar, cuando la deshonestidad y la corrupción nos asaltan y ofenden. El invierno sonorense puede darnos algunas sorpresas, pero, independientemente de lo anterior, en Sonora se honra la gastronomía y el olor a menudo ya invade el ambiente y las bebidas espirituosas luchan por salir de sus envases. Digamos salud y prosperidad en el nuevo año 2019.





    

                 

No hay comentarios:

Publicar un comentario