“La obra humana más bella es la de ser útil al prójimo” (Sófocles).
Arranca el año con una nueva razón para desear que el ciudadano deje de ser visto como una fuente inagotable de dinero para las administraciones municipales porque, ya entrados en enero. aún no se tiene una explicación técnica y procedimental, detallada y masticable de cómo diablos van a funcionar los llamados “parquímetros virtuales”.
Se ha hablado de las ventajas (sic) que representa esta idea para la movilidad y mejor aprovechamiento del espacio, pero una cosa es colocar avisos tipo “de aquí hasta allá”, o “de tales a cuales horas” y otra muy distinta es la justificación, más allá de la demagogia o los recursos de la mercadotecnia, que aclare si hay razón para implementar una medida de este calado en un mundo real, concreto y plagado de riesgos de morir de un ataque de nervios donde lo que menos hace falta es una amenaza virtual.
La solución al problema de los espacios de estacionamiento en la zona donde a fuerzas van a caer los automovilistas que buscan hacer trámites o consultas huele a medida recaudatoria cruda y dura, aunque cabe reconocer que hay días y horas en las que estacionar el carro es verdaderamente complicado.
Aquí, o sobró la imaginación y el manoteo informático o faltó empatía y sentido común a la hora de plantear soluciones prácticas y transparentes, aceptables para el ciudadano común y para los vecinos de las áreas afectadas.
Mientras tanto, siguen ocurriendo accidentes fatales donde la víctima es un ciclista o un motociclista. La falta de respeto sugiere no sólo una mayor vigilancia sino un test psicológico a cada conductor de vehículo para ver cómo anda su estabilidad emocional, cuáles son sus inclinaciones y cómo valora la vida (de personas o animales) además de saber qué le representa el vehículo que conduce: ¿es una forma de realzar su personalidad, un signo de superioridad o un medio de transporte que obliga a ciertas conductas normadas por la ley?
En otro asunto, ya se están viendo las posibles concesiones para la explotación del Litio que en forma de arcilla que se encuentra en ciertas regiones de Sonora. Pero, ¿alguien se ha preguntado sobre los costos ambientales de la posible explotación del mineral, de acuerdo a la forma en que se encuentra? ¿Habrá agua suficiente, salvando la disponible para uso humano, para sacar adelante este proyecto?
¿El régimen fiscal minero reformará sus tasas a fin de beneficiar realmente a la región y al país o seguirán gozando de la casi gratuidad de la explotación sin beneficio para la nación y el estado? ¿La legislación minera se modificará en beneficio del ambiente y la sustentabilidad o seguirá la fiesta de contaminación y depredación de los recursos regionales? ¿Seguiremos siendo el coto de caza de las transnacionales?
Como punto aparte, la ciudad capital de Sonora navega entre la modorra del primer mes del año y las expectativas de un futuro no tan complicado como el actual. Así, estamos en un punto en el que mientras los abrazos y el apretón de manos denotan tanto cordialidad, como medios de transmisión de los virus de moda; y los balazos se siguen escuchando de la periferia al centro, más los asaltos a transeúntes y automovilistas que se perpetran con la mecánica frecuencia de un videojuego basado en la apología del crimen y el desmadre.
Lo prudente sería dejar de vivir como si nada estuviera pasando, dejar de lado las juntadas masivas y los apapachos y apretujones callejeros cuya cordialidad es estacional y pasajera, porque bastaría guardar prudente distancia y, en su caso, una inclinación de cabeza o un simple gesto facial o manual que denote respeto o cordialidad para sacarle la vuelta a la influenza o el Covid.
Más allá del terrorismo mediático sobre las epidemias, la cuestión importante es saber que así como hay balazos que nos pueden tocar, también hay microbios que nos pueden enfermar, que el progreso ha mermado la salud del ambiente, que nuestro desarrollo ha generado desequilibrios que se traducen en enfermedades, sin dejar de señalar que las soluciones médicas o farmacológicas padecen de autismo social y ambiental por su poca eficacia y propensión al lucro.
Parece que también lo padecen las cámaras de comerciantes, ya que mientras la gente enferma de sus vías respiratorias por tabaquismo y se vuelve más vulnerable a los virus, ellos buscan el amparo legal contra las nuevas disposiciones que buscan proteger la salud de la población. Queda claro que el riesgo sanitario es redituable.
Evitar los abrazos o saludos de mano no implica hacer a un lado la consideración y el afecto, sino que nos hacemos conscientes de una situación indeseada en la que cualquier precaución es aconsejable. La amistad es un valor que nos obliga a proteger a quien vemos cercano en nuestras consideraciones afectivas, aun a costa de parecer distantes.
Si los abrazos y apapachos pudieran ser reducidos al ámbito familiar más próximo, los balazos debieran ser eliminados por completo, considerando que de eso viven los parásitos sociales objeto del código penal, así como los instigadores y patrocinadores de las guerras y la inestabilidad mundial, los enemigos de la paz y el orden, los mercaderes de armas y mecanismos de dominación política y económica de los pueblos, los que plagan de bases militares tierras que no son suyas, los patrocinadores del terror a escala mundial. Los hipócritas hijos de puta de siempre.
En fin, quizá la solución no sean necesariamente los parquímetros virtuales, sino una mejor planeación del espacio público, mayor vigilancia policial y educación vial y más infraestructura dedicada al estacionamiento y, en todo caso, mayor atención, agilidad y facilidad en los trámites oficiales.
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