domingo, 12 de diciembre de 2021

Malas comparaciones

 “Las ilusiones no son una política pública sólida” (Bjorn Lomborg).

 

Estamos viendo que algunas actividades del Ayuntamiento de Hermosillo parecen apuntar en la dirección correcta. Son pequeñas acciones que resuelven sin mucha estridencia viejos problemas y dan esperanza a la ciudad y el municipio.


Abrir una vialidad cerrada “por las pistolas” de algunos vecinos es un acto de recuperación de una calle, y revisar la plantilla de personal y congelar algunas plazas genera ciertas resistencias que pueden y deben ser vencidas con el concurso del sindicato del Ayuntamiento, quien tiene un papel y una voz relevante en estas y otras acciones que afecten los derechos de los trabajadores municipales.

Las ideas que contribuyan al ahorro en el servicio de luz eléctrica mediante la instalación de paneles solares abren una ventana al futuro y, desde luego, a tener un gobierno menos costoso; sin embargo, ahorrar a costa de los trabajadores revela, o sigue haciéndolo, la cara sin maquillaje del neoliberalismo que nos tiene jodidos como país, estado y municipio.

Las expectativas de un ayuntamiento que funcione y que lo haga en el terreno de lo real y no sólo en las páginas de los periódicos son sentimientos recurrentes, porque las experiencias con otros emanados del PRI o el PAN han sido tremendas, de relumbrón, de mucho ruido y pocas nueces que, generalmente, son repartidas entre los ganones con apellido conocido o por conocer.

Gracias al cansancio y a la confianza que genera la figura de López Obrador se pudo trepar a la alcaldía la padresista Célida López, por lo que en la práctica padecimos un trienio panista con maquillaje de Morena, partido que aún no conocemos en el gobierno municipal, sólo la versión patito que vimos.

Quizá gracias a la fea impresión recibida, la ciudadanía decidió votar por el mamotreto político que postuló al ciudadano Antonio Astiazarán, y que hizo posible la vuelta electoral del Prian.

En apariencia, se está trabajando en algunos aspectos de acuerdo con lo que se espera de un ayuntamiento, pero la experiencia indica que no es recomendable confiarnos. En la medida en que los ciudadanos vigilen el ejercicio de las funciones públicas las cosas pueden ir bien o, al menos, no empeorar.

Ciertamente las comparaciones son malas, pero parecen inevitables e incluso necesarias para el bienestar de una población acostumbrada a que la engañen, roben, insulten, ninguneen y manipulen, pero que está aprendiendo a valorar su voto y hacer la diferencia.


El municipio es el espacio donde se ve en vivo y a todo color la verdadera dimensión de la democracia y el buen gobierno. Es el lugar privilegiado de la vida comunitaria, del ejercicio de la ciudadanía que toma parte activa en la lucha por el bien común.

En un país con estructura federal, el municipio ocupa el lugar más cercano a la gente, porque es justamente donde se originan los problemas y se deben ofrecer las soluciones. Es claro que al municipio se le gobierna mediante la buena administración de los recursos y la oferta oportuna y suficiente de los servicios públicos.

El Estado es más próspero en la medida en que sus municipios sean fuertes, autosuficientes y capaces de proporcionar los mínimos de bienestar a su población, porque el sentido de pertenencia y la identidad regional y nacional se genera en el municipio.

Esperemos que este gobierno ponga algo de orden en el desbarajuste acumulado que padecemos, y que al menos no aumente el de por sí grave estado de las finanzas públicas, la inseguridad y la pobreza que azotan la ciudad y el espacio rural que debe ser fuente de riqueza y progreso en el corto o mediano plazo.

Hermosillo cuenta con un área rural y turística que debe conservarse y aprovecharse cabalmente; la zona costera es fuente potencial de energías suaves, sea por la fuerza del movimiento de las olas, el viento o la luz solar, aprovechables de cara al futuro que, al parecer, ya nos alcanzó.

En ese sentido, el municipio merece contar con una administración pública con sentido común, honesta y progresista, cuestión que aún se espera de Morena tomando en cuenta la triste historia de la pasada administración que pudo haber sido y no fue.

Pues sí, sabemos que las comparaciones son malas, pero la ciudadanía está por comparar y decidir. Ese es el juego de la democracia.

 

 


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