viernes, 11 de septiembre de 2020

Emocionalmente débiles

 

“Al margen de la ley nada; por encima de la ley nadie” (AMLO, conferencia matutina, 31 enero 2019).

 

Recientemente leí una reflexión que creo vale la pena rescatar: “Estamos ante una generación de gente emocionalmente débil, donde todo debe ser suavizado. Porque “todo” es ofensivo… incluida la verdad.” Está firmada por Ferrer, supongo que se trata de David Ferrer García, profesor, escritor y poeta español contemporáneo.

 


Si una veintena de mujeres toma la sede de la CNDH, en vez de manifestarse frente a la Fiscalía General, ¿tendremos que dar por hecho que su acción es justificada, independientemente de que pueda ser una reacción extrañamente tardía al ultraje de una menor ocurrido hace cuatro años, y que se ocasionen daños a las instalaciones y a su contenido?

 No necesariamente, porque a estas alturas muchos advierten que la toma es desproporcionada y vandálica y que bien pudieran haber protestado durante el gobierno de Peña Nieto ante las autoridades competentes, además de que se niegan a entregar las instalaciones y a participar en una mesa de diálogo.

 A lo anterior habría que agregar que pretenden destinar el edificio de la CNDH como albergue “para muchas mujeres de todo el país” que tengan el mismo problema porque, dicen, esta es una acción “okupa” y están disponiendo de un bien público.


 Como sabemos, las acciones “okupa” originalmente se dieron en Europa, particularmente en España, consistente en la ocupación de edificios abandonados por personas que carecían de habitación, por lo que llamar “okupa” a la toma de un edificio público que cumple una función social es por lo menos absurdo cuando no perversamente intencionado, como lo es la sustracción y destrucción de expedientes. ¿Quién o quiénes resultan beneficiados con el caos? La respuesta la puede encontrar siguiendo la liga: https://youtu.be/4pG94dVQvo0  

 Algo similar ocurre en el país con otros eventos donde la causa del feminismo se ve reinterpretada por grupos como los incubados en instituciones como el ITAM, que ven apropiado volcar sus impulsos destructivos contra edificios públicos, comercios e incluso ciudadanos cuyo pecado es ser de sexo masculino porque estaban, según el criterio gringo, “en el lugar equivocado y a la hora equivocada”, con lo que pasamos de la lucha de clases a la lucha de sexos, perdiendo toda perspectiva que suponga una transformación socialmente progresista e incluyente.

 En Hermosillo tenemos varias muestras: el asalto vandálico a Catedral, al Congreso del Estado, al edificio del Poder Judicial, y daños a varios edificios públicos y privados, además de pintas en paredes y monumentos, en un contexto político nacional y local en el que las mujeres tienen peso y paridad electoral y donde, por mencionar algunos ejemplos, tanto el gobierno del estado y de la capital del país, así como la Cámara de Diputados y nuestro municipio son presididos por mujeres.

 Dichas acciones “feministas” curiosamente no se daban en los sexenios anteriores donde las mujeres marchaban ejerciendo su derecho a la manifestación, pero no vandalizaban. Al parecer, ahora es el momento propicio para las expresiones de irracionalidad destructiva y provocativa, justamente cuando está el gobierno de la 4T, por lo que las pulgas del neoliberalismo se le cargan a un gobierno que dialoga y que postula que “todo por la razón y nada por la fuerza”.

 


Los hechos referidos se puede relacionar con la histérica emergencia de grupos opositores ultraconservadores y fundamentalistas de la derecha de campanario que acusa al gobierno de llevarnos al desastre y, lo que es peor, al comunismo; o como el grupo de gobernadores del PAN y otros ideológicamente afines que lo mismo piden la renuncia del coordinador de la lucha contra la epidemia, Dr. Hugo López-Gatell, que forman una “alianza federalista” que decide salir de la CONAGO, que es la asociación civil de los gobernadores de México.        

 A lo anterior habría que agregar la virulencia de Felipe Calderón y su partido familiar “México Libre”, lo que parece estar siendo demostrado por la presión que se da entre estas feministas “okupas” para apoyar al esperpento político-electoral borolista, según nota del portal Revolución tres punto cero (Daniel Serrano, 8 de septiembre de 2020).

 Cada vez es más evidente que la política se ejerce en las instancias judiciales y en las calles mediante el financiamiento de grupos radicales que levantan banderas en muchos casos legítimas, pero cuyos objetivos no son necesariamente los que exhiben, a partir de las acciones caóticas y delictivas que emprenden.

 


Al respecto, el gobierno de López Obrador celebra la libertad de expresión y dice que no a la violencia, no a la represión porque “no somos los mismos”. Por mi parte diría que está bien que “no seamos los mismos”, pero que justamente por eso se espera que se cumpla la ley y se garantice la paz pública, lo que implica el diálogo constructivo entre pueblo y gobierno, no la complacencia ni la evasión de responsabilidades que solamente dan fuerza al delincuente.

 A veces da la impresión de que la ley sólo se puede aplicar en ciertas circunstancias y con las debidas excepciones, por razones de lo políticamente correcto en su interpretación más libre y acomodaticia, quizá para evitar que cualquier acción de orden público pueda ser desvirtuada por parte de quienes proclaman a berridos que vivimos en una dictadura o que el gobierno tiene una visión patriarcal de la sociedad y la familia.

 Así pues, mientras el imperio de la ley y el estado de derecho pasan a ser meras figuras retóricas, los delincuentes pululan con pasamontañas negros y exhiben sin inhibiciones su vulgaridad destructiva, pateando el interés público para dar paso a la mezquindad beligerante de los enemigos del cambio.

 


Nuestra sociedad sufre los embates de una generación hipersensible, egoísta y autocomplaciente, acostumbrada tanto al eufemismo como al agandalle: en la política por ejemplo se puede dotar de palos a campesinos chihuahuenses y lanzarlos contra la Guardia Nacional; los delincuentes de cuello blanco se pueden llamar perseguidos políticos,  y los tramposos pueden lograr la presidencia de la Cámara de Diputados mediante el chapulineo de legisladores que hacen temporalmente una mayoría artificial en beneficio de cierta fracción parlamentaria, la del PRI, independientemente del lugar que hayan alcanzado en las pasadas elecciones federales.

 En consecuencia, se tienen mayorías efímeras y coyunturales que tuercen la voluntad del electorado y la democracia en México, y movimientos cuyas acciones son formalmente punibles pero que la carga emocional y desinformativa que compartimos logra convertir en caricatura reivindicativa.

 En una sociedad dominada por la simulación, la ignorancia y los convencionalismos, la verdad es molesta e indeseable y en abierta oposición al imperio incuestionable de la subjetividad y el capricho. Aquí, en efecto, “todo es ofensivo… incluida la verdad”.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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