“Las epidemias han tenido más influencia que los
gobiernos en el devenir de nuestra historia” (George Bernard Shaw).
Ante la amenaza del Covid-19, bicho
microscópico que azota la tierra, Sonora se encuentra en alerta epidemiológica.
Hasta el momento de redactar, se sabe que existen dos casos confirmados y
controlados, uno en su domicilio y otro hospitalizado, por lo que hablar de
muertos resulta exagerado.
Las autoridades estatales han informado
sobre qué medidas preventivas se deben tomar en este caso: distancia de un
metro respecto a otra persona, lavado de manos frecuente, evitar en lo posible las
concentraciones públicas, no salir de casa si no es absolutamente necesario,
toser o estornudar cubriendo boca o nariz con un pañuelo desechable o con la
parte interior del brazo, así como vigilar síntomas como alta temperatura,
irritación o dolor en la garganta, entre los más relevantes.
Un punto importante que desmiente la
idea popular de que Sonora está blindada por el clima es que el calor no
elimina el virus, ya que puede tranquilamente infectar a temperaturas que van
de los 4 a los 37 grados y sólo se desactiva a los 56.
Expertos nacionales han señalado que el
gel antibacterial no sirve necesariamente para estos casos, y que los
cubrebocas son inútiles como protección contra el virus y sólo el personal de
salud que atiende directamente a los afectados deben usar aquellos especialmente
diseñados para uso hospitalario; sin embargo, las personas con síntomas de
resfriado o tos es prudente que los usen, para evitar afectar a los demás.
Queda claro que tanto el gel como los
cubrebocas en personas sanas sólo cumplen una función emocional, no preventiva
de contagio. Tampoco está justificado hacer pruebas a toda la población y sólo
deben aplicarse en casos de sospecha fundada en la sintomatología.
La precaución y la sana distancia
resultan importantes en esta etapa de la epidemia y, si consideramos que los
contagios más probables se dan entre personas que han viajado al exterior del
país digamos a Europa, Estados Unidos o China, no está de más recordar que por
ahí existe un serio foco de contaminación que lleva en su haber una población
aterrorizada y un cierto muertos que parecen confirmar la gravedad del
problema.
En el caso de Italia, el 99% de los
casos mortales atribuidos al coronavirus tenía padecimientos médicos previos
como hipertensión, diabetes o cardiopatía isquémica, siendo la edad promedio de
79.5 años y que las víctimas menores de 40 ya sufrían padecimientos graves. En la
provincia china donde se originó el contagio han reportado que casi la mitad de
los pacientes hospitalizados presentaron síntomas que incluyen pérdida de
apetito, vómito y diarrea, antes de presentar síntomas en vías respiratorias
(RT actualidad, 20.03.20).
Por otra parte, existen opiniones que
asocian la enfermedad con una maniobra de los gringos para contrarrestar el
avance tecnológico de China y recuperar los mercados, sin que falten las
sospechas de que las maniobras incluyen depurados ejercicios de ingeniería
social donde el pánico inducido y la falta de información objetiva y fidedigna
detonan las compras absurdas y desproporcionadas, la parálisis social y la
caída de los mercados, sobre todo los que afectan al consumo popular que sufre
de desabasto y altos precios.
No está de más recordar que la industria
farmacéutica ha visto sus mejores tiempos cuando surge un nuevo virus “mortal”
y que la fabricación de medicamentos (y vacunas milagrosas) no pocas veces se
realiza antes de que la epidemia o pandemia se presente en sociedad.
Por otra parte, el contexto internacional
sugiere una labor en marcha del ajuste cuando no el replanteamiento del modelo económico actual
que, al menos desde el curso de los años 90, presentaba signos de agotamiento y
de graves contradicciones, resueltas con la promoción de conflictos armados en
zonas favorecidas por la existencia de petróleo (la Guerra del Golfo,
Afganistán, Irak, Siria, por mencionar algunos), el auge de grupos terroristas,
del crimen organizado, las guerras de y contra el narco, más la ola de
desestabilización de países latinoamericanos junto con la reciente promesa
gringa de una mayor presencia en nuestro continente.
Como dato curioso, no resulta extraño el
afán de Donald Trump de comprar a un laboratorio alemán el producto de su
investigación sobre la pandemia y poseer en exclusiva la vacuna, pretensión que
fue rechazada por el propio gobierno alemán. En tal caso, no es aventurado
pensar que en la actualidad el predominio político también pasa por la
industria farmacéutica y el control de los mercados, y que las vidas humanas
perdidas sólo deben considerarse como bajas colaterales en la lucha por la
sobrevivencia del sistema.
Hoy más que nunca debemos establecer la
diferencia entre el distanciamiento social y el personal. El proteger el
espacio personal de manera que entre usted y el vecino haya un metro de
distancia es necesario, pero sin descuidar su proximidad en lo referente al
apoyo informativo y todo aquello que fortalezca una relación social activa,
solidaria e informada.
Se ha señalado que la más letal y
generalizada epidemia no es necesariamente el Covid-19 en forma directa, sino
una terrible Infodemia que azota a la población en grave vulnerabilidad
informativa, misma que somete la voluntad de las personas haciéndolas actuar de
manera irracional. En estas condiciones, y teniendo en cuenta que a la fecha se
desconoce el verdadero origen y evolución de este coronavirus en particular, lo
sensato es la prudencia y la calma, sobre todo en un país que, como el nuestro,
sufre la agresividad del neoliberalismo transnacional y doméstico que se niega
a morir.
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