sábado, 20 de julio de 2019

Limpiar la casa



“Supongo que el único momento en que la mayoría de la gente piensa en la injusticia es cuando les sucede a ellos” (Charles Bukowski).

Usted sabe que no se le pueden pedir peras al olmo, o al menos está enterado de que tal solicitud jamás tendrá sentido en la realidad, de suerte que cualquier reproche, reclamación o expresión de disgusto sale sobrando. La realidad es, independientemente de nuestra conciencia.

Lo anterior que suena más o menos lógico pero críptico se debe a que no hace mucho estábamos gobernados por una cleptocracia que hacía de las suyas en el orden federal, estatal y municipal, llevando al límite la paciencia de una gran mayoría de ciudadanos que optaron por lo que se debió hacer desde hace algunos sexenios: darle una patada en el trasero al PRIAN y fauna que lo acompaña.

A estas alturas, porque llevamos la mitad del año con otra administración tanto federal como municipal, en el caso de Sonora, aún no obra el milagro de la transformación del agua en vino y la multiplicación de los panes y los peces, habida cuenta las grandes y poderosas inercias y la compleja trama de intereses y complicidades que todo sistema basado en la corrupción de unos y la indolencia de otros promueve y defiende; sin embargo, se percibe un cambio en el discurso y hay acciones que permiten vislumbrar un mejor futuro.

Como usted se habrá dado cuenta, el camino del actual gobierno está plagado de obstáculos que implican acciones legales para impedir que las promesas hechas en campaña aterricen en acciones y resultados concretos. Ahí tiene usted la furibunda oposición a la Ley de Austeridad que, curiosamente, han encabezado los propios integrantes del Poder Judicial, donde los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación defienden como gatos boca arriba sus jugosos sueldos y prestaciones, su calidad de intocables legales de acuerdo con su muy particular interpretación de las normas. En Sonora, como usted recordará, hubo cambios de última hora en la Constitución para restar facultades al Congreso.

La gran batalla que se libra en la actualidad mexicana es la de un régimen que concede privilegios inauditos a los negocios privados a costa del interés público, pasando por un esquema de corrupción institucionalizado y sostenido en cada gobierno que protege a los delincuentes y castiga, margina y silencia a los opositores que creen en el estado de derecho y la soberanía nacional, frente al impulso ciudadano que promueve el progreso, la justicia y la inclusión representado por el nuevo gobierno. Pasado y presente cara a cara, decidiendo nuestro futuro como nación.

Si el debate nacional gira en torno a la reacción de México frente a las amenazas internas de un sistema que huele a putrefacción, no pueden quedar excluidas las muy importantes y determinantes condiciones del contexto internacional. Ante las amenazas de terrorismo arancelario México debe diversificar sus mercados y promover o reactivar alianzas estratégicas y productivas con países distintos a Estados Unidos.

En el interior, es imposible ignorar que somos un país geográfica y culturalmente diverso, donde la acción pública debe tomar en cuenta la complejidad de nuestra sociedad y avanzar siempre en la búsqueda del bien común sin dejar de considerar y respetar las tradiciones, costumbres y valores locales y regionales; es decir, buscar la unidad en la diversidad para el progreso de todos.

Lo anterior no tiene nada que ver con la exigencia de ciertos grupos de interés que pretenden seguir gozando de los mismos niveles de impunidad a que están acostumbrados, pues están bastante lejos de la sana intención de preservar la paz social con justicia y equidad y, en cambio, postulan la inmovilidad del gobierno para no “pisar callos” y que siga siendo cómplice y patrocinador de la ganancia privada a costa del interés público.

Los neoconservadores de guarache estaban acostumbrados a que el gobierno les aportara dinero para programas “sociales” sin responsabilidad alguna; recursos inagotables para el fomento de la “producción”; consideraciones especiales porque “creaban fuentes de trabajo”; disposición ilimitada de los recursos regionales porque “alentaban la competitividad y el empleo”; Concesiones a particulares asociadas al cuidado de infantes “en apoyo la cobertura que el gobierno  no puede alcanzar”, mientras que en el sector público se tienen subejercicios constantes, fugas importantes de dinero por pago de equipo, materiales de curación y medicamentos con sobreprecios, subrogaciones de servicios hospitalarios y de farmacia, entre otros que pasan por el manoteo inmobiliario en los ayuntamientos y la privatización de los servicios públicos por vía de concesiones que incluyen patente de corso.

Sin duda el amafiamiento político y la anarquía administrativa maquillada con complejos ejercicios de simulación de corruptelas han sido ventanas muy grandes de oportunidades de enriquecimiento bastante explicable, aunque tomados por muchos como parte de la “normalidad” que aspiran mantener.

Vemos en la actualidad ciertos grupos de ciudadanos “apartidistas”, de preocupados políticos ahora “de oposición responsable”, de damas caceroleras vestidas de blanco y con chaleco, de productores indignados por la suspensión de los apoyos, de artistas telenoveleros abanderados de la mediocridad mediática que se proclaman “decepcionados”, de “periodistas” huérfanos de moral y de chayote, de organizaciones patronales que se rasgan las vestiduras alarmados por el “desorden” y advierten sobre una “dictadura” pero que, pese a todo lo dicho, no pueden realmente negar que la corrupción política y administrativa inherente a un modelo de relaciones económicas centrada en el mercado y el individualismo más rapaz es, esencialmente, inhumana, excluyente y criminal. Entonces ¿qué defienden, sino la perversidad de un sistema que los hace tanto víctimas como cómplices?

Debemos entender que la capa de suciedad oculta en verdadero color de las cosas, y que el esfuerzo actual es el de limpiar la casa. ¿Por qué no apoyar los programas y las acciones que nos ofrecen la posibilidad de una mejor expectativa de vida?   

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