lunes, 20 de mayo de 2024

MAREA ROSA... QUÉ COSA.

“El lenguaje político está diseñado para hacer que las mentiras suenen veraces y el homicidio respetable” (George Orwell).

 

Le di seguimiento a la marcha y los discursos del domingo en el zócalo capitalino con interés casi entomológico. Una plaza parcialmente rosa deslavado y con lunares, colmó la mitad del espacio y el aire respirable con toques de Dolce & Gabbana, Carolina Herrera, Dior, así como los varoniles Giorgio Armani, Versace, Acqua Di Gio, ente otros aromas que hablan de distinción y altura de miras del empresariado neoporfiriano.

Desde luego que la democracia respiraba otros aromas como Palmolive, Lirio, Zest y Escudo, en apretada concurrencia matraquista que portaba banderas albicelestes, tricolores y amarillas, como evidencia de que el personal del servicio doméstico también sirve de apoyo visual al conjunto de gentiles damas y distinguidos caballeros que apoyan a la señora de las gelatinas, el chicle y el huipil. Aquí quedo claro que pueden marchar juntos, pero no revueltos.

La plaza de la Constitución sigue siendo el ombligo del mundo político nacional en ocasiones estelares y su concurrencia lo demuestra: aquí, como en La fiesta, de Serrat, el noble y el villano, el prohombre y el gusano marchan y se dan la mano sin importarles la facha, aunque pasando el momento de la foto y el objeto del viaje al zócalo, vuelve el pobre a su pobreza, vuelve el rico a su riqueza y el señor cura a sus misas.

En medio de la masa rosácea sobre la plaza llaman la atención los puntos fluorescentes que corresponden a Claudio X. González, Marko Cortez, Alejandro Moreno y Jesús Zambrano, entre otras luminarias de la necropolítica que busca pasar por ciudadana.

Llega el momento estelar y se oye la voz de Xóchitl, en un discurso confeccionado por retazos sueltos, ideas dispersas, inconexas, efectistas, algo así como una muestra de impresionismo discursivo que se basta a sí mismo, sin compromiso con propuestas, propósitos y pasos concretos. Todo un homenaje a la ocurrencia, a la oquedad política que juega a tener un lugar en la construcción de otra realidad.

El público rosa corea lo que parecen ser consignas, lemas de campaña, expresiones breves y contundentes que no necesitan estar asociadas con un objetivo más allá de lo emocional, quedando como testimonial de una presencia.

Lo que sí debe reconocerse es el logro de un consumo de tiempo y espacio sin más propósito que posar para la historia, para el momento en que se filma la oposición con sus mejores galas, de cara al supremo acto mediático del debate presidencial.

La marcha y el mitin placero llevó, desde luego, una consigna clara: “nuestra democracia no se toca”, lo que recuerda los no-se-toca de la educación, el INE, la SCJN, los fideicomisos, entre otras llamativas consignas prohibitorias, generalmente acompañadas de varios kilos de recursos legales promovidos para evitar cualquier posibilidad de cambiar el statu quo y seguir como si el tiempo y las circunstancias nacionales no cambiaran.

El tan anunciado debate fue, así en breve, un muestrario de recursos entre pueriles y porriles de la candidata de las gelatinas, de algunas puntualizaciones e ideas por parte del candidato de MC y propuestas precisas y bien contextuadas por parte de la candidata de Morena-PT-PVE.

Me parece que nadie esperaba más, aunque muchos seguramente esperaban menos. El fracaso por anemia conceptual, pobreza intelectual, ideológica y política, se une a la memoria colectiva nacional donde, así como lo tienen claro los maestros de la CNTE, los enemigos del pueblo siguen siendo los mismos que apoyaron el Pacto por México, e impulsaron la reforma educativa, la energética, la de competencia económica, telecomunicaciones, hacendaria, financiera, y laboral. Reformas estructurales que reafirmaron nuestra dependencia con el exterior.

Así pues, mientras los empleados de tal o cual empresario o el personal doméstico vean condicionado su empleo a la asistencia matraquera y porrista a marchas y mítines, no se puede hablar planamente de democracia, de respeto a la diferencia de pensamiento, al empleo y, definitivamente, a la dignidad del trabajador.

Quienes dicen que estamos en una dictadura, que el gobernante es satánico, comunista y que van a expropiar la casa y el patrimonio de los ciudadanos si siguen en el poder, seguramente debieran sacar la cabeza del trasero y ver dónde están parados, de qué libertades gozan, que derechos tienen y puede ejercer con libertad.

Una dictadura no permitiría que los ciudadanos marcharan lanzando consignas en su contra, publicando difamaciones y calumnias, desacreditando la obra del gobierno y propagando falsedades con total ligereza e impunidad. Seguramente la democracia no progresa con este tipo de acciones bajunas y tóxicas. Seguramente la desestabilización empieza con la acción de traidores, de apátridas y vendidos a los intereses del capital transnacional y los deseos expansionistas del norte global.

La oposición dice que el 2 de junio se juega el destino del país, que se elige entre dictadura y democracia. Según se ha visto, la intolerancia, la violencia y las malas jugadas están del lado de los aliados de Claudio X, de los markos, chuchos y alitos, del clero encaramado en la época de la guerra fría, de los conservadores, de los explotadores de siempre y de los idiotas útiles al sistema que los oprime.

Y sí. Usted vote por quien quiera, porque en una democracia la mayoría decide el rumbo nacional, como quedó demostrado en 2018. Mientras tanto, la oposición puede decir misa.         

 

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