“Luego luego se ve quién es quién en esta miserable aldea” (Carlos Fuentes).
Al parecer hay que darle de patadas a la historia y, ya encarrerados, al futuro. La propuesta inicialmente con fines primeramente electoreros, aunque fundados en una población creciente con necesidades insatisfechas, ha dado un paso adelante al aprobarse por el Cabildo hermosillense mocharle territorio al municipio que dicen representar y gobernar.
Ahorrarle recursos y responsabilidades administrativas a Hermosillo puede ser una buena idea, pero no a costa de territorio, si se valora la disposición de bastantes kilómetros cuadrados aprovechables de muchas maneras, empezando por ser el asiento de inversiones donde la luz solar y eólica cuenta para la generación de energía y la engorda de algunas cuentas corrientes.
¿Cuántos kilómetros perderá Hermosillo en favor de ahorrarse costos al renunciar a su espacio de competencia administrativa y política en Miguel Alemán? ¿Perderemos un tamaño significativo de costa y acceso al mar, dejando de lado la futura producción y aprovechamiento municipal de energía eólica, solar y marina?
¿Los empresarios afincados en Hermosillo carecen de iniciativa, voluntad innovadora y visión de futuro y se contentan con la gerencia de alguna empresa transnacional? Parece que sí.
Hoy, como hace años, insistí en que la pérdida de territorio no es un buen negocio, y que perder un área agrícola importante en la producción de alimentos exportables y de recursos fiscales no es ni podría ser una solución para la capital de Sonora ni para el municipio en su conjunto, y que sería mejor opción la inversión productiva y mayor atención ciudadana.
Sin embargo, en vez de emprender una bien planeada descentralización y desconcentración de servicios, mayor atención en materia de seguridad y servicios de gobierno y administración, mayor y mejor capacidad de cobertura institucional y en la asignación de presupuesto, finalmente se opta por deshacerse de una ciudad y su entorno productivo, en una renuncia a la función pública y la integridad geográfica y política del municipio.
Triste decisión del Ayuntamiento, que al final confirmó la incapacidad de dar respuesta oportuna a las justas demandas ciudadanas, quedando claro que no es lo mismo exhibir la dentadura en las portadas de los periódicos, dar declaraciones optimistas, viajar y hacer caravanas con sombrero ajeno que gobernar y dirigir la administración pública en beneficio de todos.
Es triste ver que, en el caso municipal, un gobierno tras otro cree que gana prestigio mediante el juego de las declaraciones, los viajes al interior o fuera del municipio, o del estado, mientras permanecen olvidadas las áreas rurales, que han sido el asiento de una importante actividad agrícola con amplias posibilidades de diversificación, por ejemplo, a través de proyectos de desarrollo agroindustrial.
La aprobación del nuevo municipio es, en cierta medida, producto de la ineficacia de las administraciones, del natural crecimiento poblacional en una zona que atrae trabajadores migrantes, pero que no es digna de una correcta distribución de los recursos públicos y privados, dando lugar a una zona que produce riqueza, pero no la aprovecha en beneficio de quienes la producen.
Esperemos que la superficie cedida al nuevo municipio no sea en perjuicio del futuro crecimiento agropecuario, pesquero, turístico e industrial de Hermosillo, y que el fortalecimiento de la economía regional no sea uno más de los proyectos fallidos.
Hermosillo debe conservar sus costas, en bien de la atracción de inversiones, la generación de empleos y el bienestar municipal. De otra manera, será un fracaso por simple negligencia e incapacidad para dar respuesta a las justas demandas de su población rural, y urbana.
Queda claro que, hoy como ayer, la incapacidad para administrar y gobernar que se disimula con sonreír para las cámaras de los medios informativos no es, ni puede ser, ejemplo de prácticas democráticas y de responsabilidad política, sino todo lo contrario.
Que grave decisión y además sin consultar a los ciudadanos.
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