domingo, 6 de octubre de 2019

Poder Judicial cuestionado



“Mejor que el hombre que sabe lo que es justo es el hombre que ama lo justo” (Confucio).

Se ha señalado que la corrupción se ha vuelto una forma de gobierno. Ha habido denuncias públicas puntuales sobre la venalidad de algunos juzgadores que más parecen trabajar para la delincuencia y el crimen organizado que para salvaguardar el estado de derecho y la paz social. Desde hace tiempo la sociedad se ha visto agraviada por funcionarios corruptos y por el manejo desaseado de las leyes y las instancias de procuración de justicia.

Como usted seguramente sabe, recientemente presentó su renuncia el Ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), Eduardo Medina Mora Icaza, desatando una serie de comentarios a favor o en contra de dicha decisión. Lo cierto es que el Presidente de la República la ha aceptado y, de acuerdo con la Constitución, será sometida a la consideración del Senado.

Algunos manifiestan su preocupación por el equilibrio de poderes, bajo el supuesto de que se requieren contrapesos para el Poder Ejecutivo, es decir, una estructura judicial que no obsequie su voto frívolamente a las iniciativas del presidente. En efecto, el equilibrio de poderes es importante y básico en un régimen democrático y republicano, de acuerdo con el modelo federal que adoptamos de los gringos recién nuestro país se constituyó como libre, independiente y soberano. La duda, en este caso fundada, es ¿qué se entiende por equilibrio de poderes en un Estado donde la corrupción se encuentra instalada hasta el tuétano de las instituciones?

A juzgar por las recientes expresiones de oposición por parte del PRI, PAN y PRD en distintos escenarios a las iniciativas y acciones del gobierno emanado de Morena, se puede suponer que de lo que se trata es de conservar a como de lugar el estado de cosas que existía ante de la elección del 1 de julio de 2018. Es claro que la marea poselectoral está removiendo estructuras, acuerdos, cochupos e intereses cuya sobrevivencia depende de que desde el gobierno “no hagan olas”.

En el momento preciso en el que se encuentra el país, el “equilibrio de poderes” supone la conservación de privilegios, la permanencia del criterio neoliberal de entrega de los recursos nacionales y la más oscura connivencia con los intereses del capital extranjero. Seguramente alarmó lo suficiente la advertencia de que ya no se permitiría la corrupción, el tráfico de influencias y los negocios a la sombra del poder, cuestiones que alimentaron las grandes fortunas de los políticos y funcionarios del neoliberalismo hecho gobierno inaugurado por el PRI de Carlos Salinas de Gortari y fauna de acompañamiento en el PAN, PRD y satélites electorales.

Ahora tenemos que los beneficiarios de las corruptelas y complicidades del gobierno con la iniciativa privada que dieron por resultado grandes fortunas y condonaciones o devoluciones a empresarios multimillonarios, claman justicia y equilibrio de poderes para hacer frente al poder presidencial en sus iniciativas “aventuradas y riesgosas”. Pero, pensándolo con calma, tienen razón: la democracia y la transparencia, el respeto a la ley y la procuración de justicia tienen el defecto de despertar conciencias, de hacer una nueva ciudadanía, donde no resulte extravagante la consigna de “primero los pobres”. Estamos en un momento en el que el presidente requiere de todo el apoyo, de todo el poder para hacer cumplir la ley y honrar las promesas del cambio. Desde luego que quienes han estado contentos con que la ley sea una mercancía y quieren seguir esperando la temporada de ofertas, se sienten frustrados y afectados en sus intereses y, desde luego, pegan de gritos.

La renuncia de Medina Mora, de negros antecedentes ligados a la delincuencia de cuello blanco según ha trascendido en medios periodísticos y objeto de una investigación internacional protagonizada por EEUU y Reino Unido, han sido razón suficiente y necesaria para que se considere fundada su renuncia a la SCJN. Es claro que quien se encuentra como persona políticamente comprometida por sospecha internacional de lavado de dinero no puede estar en condiciones para formar parte del máximo tribunal de la nación.

En este orden de ideas, el Senado debe dar curso a dicha renuncia y al procedimiento establecido constitucionalmente para el nombramiento de un nuevo ministro. Si el presidente, de acuerdo con la ley, es quien presenta las ternas para la sustitución, debemos dar por supuesto de que quienes en ella sean presentados reunirán la estatura moral y autoridad profesional para garantizar el estado de derecho desde la cabeza del Poder Judicial.

Un aspecto que no debe ser dejado de lado es el de la necesaria revisión de los asuntos a cargo del ahora exministro Medina. Si existe la sospecha de malos manejos y negocios turbios, es lógico poner el duda la legalidad y certidumbre de los fallos dados por la Sala Segunda de la SCJN durante el tiempo de ejercer funciones del citado exministro. Si existen evidentes muestras de tráfico de influencias, criterios políticos más que jurídicos en la resolución de determinados casos, los expedientes deben ser regresados a su punto de origen.

Por poner un ejemplo de manejo político antes que jurídico, cito el caso de las demandas de nivelación de pensiones de ISSSTESON. Aquí se atrajeron los expedientes a la sala presidida por Medina Mora, siendo que eran asuntos de la estricta competencia de los juzgados locales, quienes se declararon incompetentes tras haber fallado a favor de los demandantes en 210 casos al inicio del gobierno de Claudia Pavlovich. De repente ya no eran competentes y la cosa pasó a manos federales donde se juzgó de acuerdo con la Ley del ISSSTE, siendo que la ley 38 que rige al ISSSTESON es estatal, y siendo como lo es un organismo descentralizado de la administración pública estatal. Como queda claro, el tráfico de influencias y la venalidad del juzgador son los elementos clave para una trama exitosa de corrupción y desaseo legal.  

El país requiere urgentemente de una limpia a fondo del Poder Judicial, plagado de corruptelas y simulaciones. En este sentido, bienvenido el cambio.





    

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