sábado, 12 de abril de 2025

LA LUCHA DE LOS SINDICALISTAS JUBILADOS

 A estas alturas del discurso de la inclusión, la no discriminación, los derechos humanos y otras palabras y poses con ánimos transformadores, existen organizaciones que actúan con la convicción de que los adultos mayores debieran estar debidamente resguardados bajo la alfombra o el cuarto de los tiliches hasta que haya necesidad de sacarlos en algún aniversario, como parte escenográfica del lucimiento de los liderazgos democráticos, progresistas y hasta revolucionarios.

Cuando pasamos revista a las organizaciones de trabajadores, incluidas las universitarias, no es raro encontrar compañerismos y corrientes que optan por la discriminación positiva de los jóvenes en demérito de quienes hicieron posible con su lucha y constancia la existencia del propio organismo sindical.

Algunos cuentan con secciones o delegaciones en su estructura orgánica que agrupan a los trabajadores jubilados y pensionados, otras ni siquiera se molestan en considerar esta posibilidad. Como se ve, la inclusión y la solidaridad están condicionadas a las iniciativas de exclusión y se convierten en la base de cualquier razonamiento, dando paso al rechazo y la marginación entre colegas.

El sindicato es de quienes están activos, los otros no cuentan. Los viejos que construyeron las referencias históricas, los principios, las bases de la organización son declarados perjudiciales para su desarrollo y un peligro para su existencia. Urge su eliminación estatutaria.

En este contexto, quienes tenían derechos plenos ahora no los tienen “por razones de estado”, “por causa de supervivencia”, porque a la dirigencia y la corriente sindical a la que pertenecen declara la edad como un obstáculo para la defensa de los trabajadores, la trayectoria laboral y sindical como papel mojado, las luchas y logros de las generaciones del pasado una mera referencia sin peso en el presente y ausente en el futuro.

Así como ahora se habla de la posverdad algunos se ponen creativos en eso de cultivar la poshistoria. Aquí el pasado no tiene mérito, salvo que justifique la vigencia y permanencia del grupo que hoy reescribe la historia y la organización sindical se convierte en una entidad onanista, estéril socialmente y propensa a caer en las aguas negras del oportunismo.

La actitud descrita recuerda el concepto de obsolescencia programada, la calidad de desechable de los objetos, la sustitución del producto viejo por el nuevo, la ausencia de reconocimiento desde la perspectiva de que lo reciente es mejor que lo anterior.

El concepto se explica por el afán de lucro de un sistema cuya esencia es generar ganancias, ampliar la reproducción del capital en un mundo de cosas, costos y precios, donde el concepto de ciudadano no tiene más importancia que su conversión a cliente, a usuario, a cautivo del mercado.

La sociedad capitalista no es más humana en esta etapa, no es más incluyente en su etapa industrial o financiera, analógica o digital, y esta base económica hace posible la cosificación de las personas, la exclusión productivista, aunque el discurso y su formalización legal sea de inclusión y no discriminación. Aquí se subraya la importancia de la apariencia, resultando la forma más importante que el contenido.

El criterio de exclusión y marginación resulta ser producto de una mentalidad típicamente neoliberal imbuida en el pragmatismo político que sostiene ideológicamente al sistema. El “ustedes” y “nosotros” en una organización gremial es la negación del lazo intergeneracional que unifica a los trabajadores en la defensa de sus derechos históricos frente al capital. Pasado y presente son los escenarios de la lucha sindical donde se debate el futuro de la organización, y que, garantizan su vigencia y utilidad social.

Los trabajadores jubilados son la memoria, la conciencia crítica de su organización. Cualquier intento de exclusión o de eliminación estatutaria supone una grave pérdida de rumbo, un cambio del progresismo al conservadurismo, una patronalización del pensamiento sindical. En otras palabras, una traición a la propia organización y un peligro para su existencia.

Dentro y fuera de la organización o la institución fuente del empleo, la lucha antineoliberal debe darse sin tregua. Aquí, los jubilados y pensionados deben poner el ejemplo y recuperar el rumbo y la dignidad de su organización, porque tienen memoria, porque son garantes de la dignidad gremial, porque han demostrado que muchas veces la mejor defensa es la prevención y la respuesta oportuna al ataque, porque reconocen la acción del enemigo de clase y sus operadores encubiertos en el seno de la organización.  

Los fundadores de la organización, los que hicieron posible su existencia y consolidación, los que lucharon y vencieron en la lucha por la titularidad contractual tienen la palabra. Ni un paso atrás en la defensa de la memoria y el futuro sindical.   



¿SERÁ COSA DEL SISTEMA?

 

“Cambiar para que nada cambie” (El gatopardo).

 

Desde la segunda llegada de míster Trump a la casa Blanca parece que llueve al revés y que las víctimas resultan ser bestias peludas que tunden las carnes de forma continua e inmisericorde de los buenos y piadosos White Anglo-Saxon Protestant (blancos anglo sajones protestantes) que derraman democracia, financiamiento y tecnología a cambio de la soberanía, los recursos naturales y la conciencia de los pueblos parasitados.

Europa artrítica y viciosa, arracimada en una especie de asociación delictiva que presume de estar unida y ser el bastión defensivo de la civilización occidental, se apresta a apoyar las luchas lodosas de Estados unidos contra Rusia, China o quien se atraviese en la ruta por la hegemonía mundial, mientras el Sur global se debate entre la risa y el llanto.

Latinoamérica en general y México en particular asumen una posición decididamente ambigua que va de los pronunciamientos patrióticos a la prisa por servir de tapete al paso imperial por su territorio. No tenemos agua, pero estamos más que dispuestos a entregar unos buenos millones de litros a los texanos tras la amenaza arancelaria de Mr. Trump, faltaba más.

Estamos en una época de estrés hídrico y de sequía patriótica, donde el agua es el objeto del deseo y razón suficiente y necesaria para aflojar y cooperar bilateralmente. Tan es así que nos apresuramos a “tecnificar” regionalmente el riego y poner diques al libre flujo del líquido que es vital y escaso.

Cabe recordar que en aras de salvaguardar la “seguridad nacional” del vecino norteño, debemos compartir datos biométricos y vigilar la frontera con Guatemala, así como cuidar el agua y ser racionales en su uso. Lo anterior nos conecta con la información biométrica requerida por mandato de ley para alimentar bases de datos nacionales para afrontar las desapariciones de personas que un día sí y otro también son denunciadas en medio de llantos y mentadas de madre.

Asimismo, viene el plan hídrico que ofrece la construcción de tres presas en Sonora que, entre otras cosas, garantizaría (se dice) el abasto de agua a la ciudad de Hermosillo y favorecería el consumo humano y del sector productivo.   

Lo de los datos biométricos es una idea que se ha planteado anteriormente teniendo como respuesta el rechazo social por invasiva de la privacidad de los ciudadanos y familias, y que ahora resulta renovada, “progresista” y necesaria para la pronta respuesta ante el fenómeno de los secuestros y las exigencias de “seguridad” del vecino anaranjado y arancelario.

Sobre lo otro, el agua y los planes sonorenses (sic), cabe señalar que nuestro estado ha sido el cercano objeto del deseo de varias administraciones arizonenses que hicieron cuentas de Guaymas como su puerto de salida, a lo que se agrega la transformación de Puerto Libertad y el Golfo de California como un área de necesaria renovación estratégica gasera, de cara a la fea competencia oriental.

Hasta aquí, resulta oportuno revisar a qué intereses pudiera responder la construcción de las tres presas que impulsa el gobierno estatal y avala el federal. Saltan como conejos dos núcleos de interés, el minero ligado a Larrea (Grupo México) y también complacer las directrices gringas respecto a la “tecnificación regional” del uso del agua.

Las comunidades rivereñas del río Sonora y Bacanuchi siguen con su salud y economía arruinada, gracias a Grupo México y su hazaña de convertir en vertedero tóxico el río y sus riberas. La ciudadanía sonorense es testigo de los impactos de una presa en su entorno regional productivo y doméstico, por eso las comunidades señalan la escasez o ausencia del agua, y señalan que la presa es anuncio de muerte ecológica.

Los planes hídricos actuales, en el caso de Hermosillo, van de la mano del asalto inmobiliario a los terrenos de la presa A. L. Rodríguez y áreas aledañas.

Hay la percepción pública de que la capital de Sonora es el escenario actual de una operación contra la naturaleza y a favor del interés privado, tanto en lo pequeño, como es robar espacio verde para construir locales comerciales en el Parque Madero, como en lo grande, como disponer de las tierras de la presa para fines comerciales privados.

Es claro que aquí ni la honestidad ni la dignidad se han convertido en costumbre. Se siente que el gobierno es el patio de recreo de oportunistas y chapulines. ¿Será cosa del sistema que se dijo vencido políticamente y que aún nos jode? ¿En todo caso, hasta cuándo?  

 

 


miércoles, 2 de abril de 2025

EL AGUA Y LA RECTORÍA UNIVERSITARIA

 

  “Qué cosas tiene la vida, Mariana” (canción de Alberto Cortez).

 

Durante la visita a Sonora de la señora titular del Poder Ejecutivo, representantes del Movimiento en defensa del agua, el territorio y la vida, le entregaron un escrito donde manifiestan su rechazo a la construcción de tres presas que, además de representar un jugoso negocio para las constructoras bendecidas con la asignación de las obras, además de los provechos inmobiliarios que algunos disfrutarían, por ejemplo, los ganones que le tienen el ojo puesto a los terrenos de la presa A. L. Rodríguez, suponen un serio problema ambiental e hidrológico para múltiples poblaciones que verían disminuido su acceso al agua.

Desviar un río no es cosa fácil ni inocua. Siempre hay consecuencias para la flora, la fauna, los productores locales y las actividades productivas de las que depende la vida de los pueblos cercanos y lejanos a tales obras. El caudal normal del río deja de fluir, el terreno se seca y la vida carece de sustento. Algunos ganan porque la obra no está pensada para otro productor o beneficiario que no sea el capitalista de turno, el empresario seboso y bien enchufado, el político amigo de las obras faraónicas que salen bien en la foto. El pueblo no pinta, no figura, no cuenta.

Parece que, si a un político con ideas geniales le sale de las narices desviar un río o alterar su cauce del tamaño de una obra de infraestructura hidráulica, sin consenso entre los supuestos beneficiarios y sin el tan traído y llevado estudio de impacto ambiental, pues que se chinche la ecología, el acceso al agua de los rivereños y la economía rural.

La habitante de Palacio Nacional les ha dicho sonriente que antes de protestar se debe estar enterado del proyecto, mismo que parece estar bajo el colchón del Ejecutivo estatal, mientras en las conferencias de prensa mañaneras se celebran las mega obras que vestirán bonito el sexenio de la transformación local y nacional.

Es razonable considerar que la transformación no sólo es cosa de discursos fervorosos de un nacionalismo que de tanto exhibirse se desgasta, sino de obras ligadas al beneficio del pueblo y, en el caso de Sonora, tenemos acciones que ponen seriamente en duda el aterrizaje del movimiento que sacó al Prian de Los Pinos al impulsar obras que carecen del apoyo de los supuestos beneficiarios. Por otra parte, expresar una crítica u objeción no significa estar en contra de Morena, sino reconocer sus posibilidades de corregir para mejorar.

Otro asunto duro de celebrar son las obras para conducir gas texano a través de nuestro país y cruzar Sonora hasta Puerto Libertad, a orillas del Golfo de California, sin pensar en el tamaño de los posibles impactos en la biodiversidad marina y el perjuicio a las comunidades pesqueras, además de las consecuencias de abrirle la puerta al interés geoestratégico del vecino del norte, es evidentemente irresponsable.

Tal cuestión va en sintonía con el supuesto peregrino de que “tenemos que estar unidos para hacer frente a la competencia comercial de China”, en forma de un bloque de ser posible continental, pasándose por el arco del triunfo la soberanía nacional y las correspondientes a los países de Centro y Sur América, pone a rebotar la idea de que se defiende la soberanía.  ¿Acaso nuestro gobierno tiene la idea de que el progreso depende de reforzar y ampliar el patio trasero de EUA, y trabaja para lograr el objetivo de Make America Great Again? No lo creemos, pero algo apunta en esa dirección.

En otro asunto, mientras el sindicato STAUS se empeña en deshacerse de su delegación de Pensionados y Jubilados porque “nos cuesta mucho”, “porque no participan”, “porque ponen en riesgo la existencia del sindicato”, entre otras serias y sesudas consideraciones de alto perfil estratégico y democrático, que dan continuidad a la reciente eliminación estatutaria del derecho de voto que hasta el pasado junio tenían los académicos desde la creación de su delegación en 2014.

Restringir y nulificar derechos adquiridos de los viejos sindicalistas que dieron vida y sostén al sindicato, parece ser la sagrada misión de la actual dirigencia que ahora lucha por hacerse con la rectoría de la UNISON, ya que el que fuera secretario general ahora se empeña en la lucha por llegar a ser el rector de la máxima casa de estudios de Sonora. De ser sindicalista y defensor (se supone) de los derechos de los trabajadores, trata de saltar a la representación patronal universitaria. ¿En serio? ¿La rectoría bien vale tan radical cambio de camiseta?

Y hablando de la lucha por el puesto, suena curioso que los precandidatos y candidatos perdedores por decisión de las bases universitarias votantes, aleguen que no es democrática la mayoría lograda por la ganadora, Dena Camarena. Que la votación “no es vinculante”, que “representa al grupo de siempre” y que ahora corresponde al Colegio Universitario (máximo órgano de decisión) dar muestras de qué tan democrático es, dando el gane a alguno de los que perdieron en la votación universitaria. ¿Será cosa de Kafka, o el café tenía algo raro?

El agua y la democracia fluyen mejor sin las barreras de presas producto de la ambición, el dinero, la parcialidad y la ambición sectaria. Pero así estamos.